Entrevista a Lucas Jovanovics
En un contexto nacional desafiante, la lechería del norte argentino viene consolidando su lugar gracias a la eficiencia, la genética y la cercanía al consumo. Lucas Jovanovics —productor, titular de Centro Ganadero, socio de Cosalta y miembro de la Sociedad Rural Salteña— explica por qué la cuenca del Valle de Lerma logró posicionarse en los últimos años. Desde una mirada técnica, pero optimista, describe un modelo sustentable que combina innovación industrial, mejora genética y un fuerte arraigo al territorio.
Según detalla, la ubicación geográfica del Valle de Lerma es una ventaja clave. Entre el 90 y el 95% de la leche es agua, por lo que el costo del flete pesa muchísimo en la estructura productiva. Con la actualización de los precios del combustible, el costo logístico —tanto para hacienda como para leche— se volvió determinante, empujando a los tambos hacia sistemas más intensivos, mecanizados y con menor demanda de mano de obra.
La genética y el manejo
La llegada de la genómica transformó el sector. Hoy se analiza el ADN de cada vaca y eso generó un salto genético enorme: existen animales produciendo 35 o 40 litros diarios, algo impensado hace veinte años. Esta mejora hizo que muchos abandonaran los sistemas pastoriles tradicionales. En el Valle de Lerma la tierra compite con el tabaco, por lo que los tambos se orientaron a sistemas bajo techo, más intensivos, donde la vaca no sale al potrero y se le lleva el alimento, permitiendo mayor producción y más animales por superficie.
En cuanto a nutrición, se trabaja con proteínas bypass, grasas pasantes y minerales orgánicos de alta absorción. Son insumos más caros, pero mucho más eficientes. El confort animal también es central: el tambo de Lucas utiliza collares electrónicos que monitorean salud y reproducción mediante rumia, temperatura corporal y actividad. El sistema aprende el comportamiento de cada vaca y avisa cualquier variación, permitiendo detectar enfermedades o celo antes de que se manifiesten clínicamente. Esto mejora la eficiencia reproductiva y reduce pérdidas.
Crecimiento y límites de la industria
Jovanovics es prudente al hablar de expansión. Cosalta, al ser cooperativa, está obligada a recibir toda la leche que producen sus socios, y el límite es la capacidad industrial. La incorporación de un nuevo esterilizador abre espacio para crecer, pero siempre en coordinación con la fábrica. Destaca que Cosalta lanzó recientemente una leche deslactosada con 97% de pureza —muy por encima del 70 al 90% habitual— y un yogur natural sin aditivos, alineado a las nuevas tendencias de consumo saludable. Esto exige que las plantas lácteas incorporen más tecnología, mayor productividad y procesos eficientes.
Visión gremial y regional
En el plano institucional, Lucas afirma que la Sociedad Rural Salteña vive un proceso muy positivo de integración con los gobiernos provincial y nacional. Durante la última exposición ganadera participaron autoridades del área lechera y del Ministerio de Agricultura, lo que generó espacios de diálogo útiles para la actividad. Sostiene que la experiencia de la lechería salteña demuestra que vivir lejos de los puertos no siempre es una desventaja: producir cerca del consumidor reduce costos logísticos y mejora la competitividad.
Conclusión
Con tecnología, genética y trabajo cooperativo, Jovanovics resume esta nueva etapa con una frase clara:
“Pasamos de una película de terror a una foto alentadora. Si la lechería del norte sigue este camino, tiene futuro.”
