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Economía. LA MACRO DE MILEI Y LA EMPRESA AGROPECUARIA: MANEJAR LA CAJA EN TIEMPOS DE CAMBIO

Iván Ordóñez, el economista especializado en agronegocios, director del Posgrado en AgTechs de la Universidad del CEMA y referente habitual en foros del sector agroindustrial, Iván Ordóñez fue uno de los disertantes clave en la Expo Prograno con su reciente charla «La macro de Milei y la empresa agropecuaria: manejar la caja». Con un estilo directo y mucha claridad, abordó las tensiones del presente económico con la mirada puesta en la toma de decisiones productivas.

Del «modelo stockeador» al «modelo eficiente»

El punto de partida de Ordóñez es claro: la era K fue un modelo de manejo financiero de las empresas agropecuarias. La estrategia dominante era stockear: quien no vendía granos, fertilizantes o combustible, ganaba. Con devaluación asegurada, los inventarios eran una reserva de valor.

Pero eso cambió. Ahora, según el economista, hay que «pensar al revés»: el foco está en la eficiencia, no en el acopio. «El que se comporta como en la economía K, quiebra en dos meses», advirtió sin vueltas.

Las tres tijeras de Milei

Ordóñez explicó con claridad el ajuste de Milei en tres actos: corte de transferencias discrecionales a provincias, paralización total de la obra pública y recorte en subsidios (sumado a la licuación de jubilaciones). «La frase ‘no hay plata’ resume la doctrina fiscal actual», ironizó. Y remarcó que si bien estas medidas pueden cerrar un año, el desafío es sostenerlas por cuatro.

El tipo de cambio real y el nuevo escenario

Otro punto central fue la discusión sobre el tipo de cambio. «No es solo mirar el dólar blue», dijo. Lo importante es el tipo de cambio real: si con $500.000 podés pasarla mejor en Brasil que en Buenos Aires, algo no está funcionando. «La economía está carísima. Comer en Buenos Aires cuesta lo mismo que en Nueva York, y eso no tiene sentido.»

Volver a mirar los costos fijos

El cambio de modelo obliga a revisar en detalle los gastos. Pero, aclara Ordóñez, «eficiencia no es recortar a lo loco. Es entender cuál es el costo que no genera facturación». En este escenario, la escala vuelve a importar: «En los ’90 sobrevivieron los que crecieron fuerte. Hoy pasa lo mismo: achicarse puede ser letal».

El nuevo manejo de la caja

En tiempos de Milei, el manejo de la caja es quirúrgico. Nada de stockearse «por si viene la devaluación». Nada de comprar activos con deuda que no se puede repagar. Hay que controlar el costo financiero de tener inventario y evaluar muy bien cada inversión. «El silobolsa lleno también tiene un costo financiero», apuntó Ordóñez.

La cultura de la espera y el salto productivo pendiente
En contextos volátiles como el argentino, Ordóñez explicó que muchos empresarios aprendieron a “esperar hasta que aclare” antes de invertir. Esa actitud, que en economías estables es un error, acá se volvió racional. “El que invierte de más en una fase ascendente, después queda colgado. El que no invierte nunca, nunca es competitivo”, resumió. Salir de esa trampa cultural requiere claridad macro y también una decisión consciente: apostar por productividad real, no por refugios de valor.

La volatilidad como enemiga de la productividad

Uno de los tramos más interesantes fue su análisis sobre cómo la volatilidad argentina empuja a decisiones ineficientes: empresas que hacen de todo un poco para sobrevivir, que se verticalizan, que se frenan en vez de invertir. «Las empresas mutantes hacen todo mal, pero siguen vivas porque alguna unidad les salva el año.»

Pobreza y democracia: todo está conectado
Ordóñez planteó que en las sociedades modernas, la pobreza no solo es un drama social: también debilita la democracia. “Cuando hay mucha pobreza, el que gobierna no teme perder; y si no teme perder, no compite, y si no compite, no arregla la ruta ni mejora la escuela. Todo se deteriora”, explicó. En ese marco, el crecimiento económico no es solo una meta fiscal: es el único camino para que la democracia funcione y el Estado vuelva a ser útil para quienes producen.

Salta, eficiencia y escala: desafíos bien conocidos

La advertencia de Ordóñez sobre los costos fijos y la necesidad de mantener escala productiva no es ajena a los productores del NOA. En provincias como Salta, donde las distancias, el clima y la logística desafían la competitividad, ajustar la eficiencia operativa no significa reducir, sino crecer con inteligencia. En los ’90, sobrevivieron los que ampliaron rápido; hoy, el mensaje parece repetirse. Las condiciones macroeconómicas actuales exigen un nuevo tipo de análisis en cada lote, y decisiones empresariales más quirúrgicas que nunca.

Productividad y tecnología: la salida es hacia adelante

El cierre de la charla fue un homenaje a la revolución tecnológica del agro. Desde la siembra directa hasta los drones y el software, Ordóñez destacó que la única salida sustentable para el agro es aumentar la productividad con conocimiento. Y subrayó: «El conocimiento se lleva la crema de la productividad. El que no estudia, está condenado a la pobreza».

¿Y ahora qué?

La charla dejó una sensación clara: hay un cambio de época. Ordóñez no vaticina si Milei tendrá éxito, pero sí afirma que quien no entienda el nuevo juego, queda afuera. «Este modelo es exigente. Pero si sale bien, podríamos volver a pensar en una Argentina moderna, productiva y competitiva. El campo tiene mucho para aportar en ese camino».

 

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