En esta entrevista a Roberto Madrazo, presidente del Ateneo de Jóvenes de la Sociedad Rural de Salta vemos el semillero que se va forjando en sus cuadros.
—¿Qué fue lo que te atrajo del Ateneo cuando decidiste sumarte por primera vez?
—Siempre tuve un interés por el campo. Crecí vinculado a esta actividad y me gustaba todo lo relacionado al sector. Lo que más me atrajo del Ateneo fue la posibilidad de conectarme con personas que compartían ese mismo interés. Me permitió involucrarme más, tocar temas desde adentro, participar de charlas y conocer otras realidades que me ayudaron mucho en mi desarrollo personal.
—Muchos jóvenes llegan desde ámbitos distintos, no necesariamente vinculados al agro. ¿Cómo vivís ese cruce de mundos?
—Es uno de los aspectos más lindos que tiene el Ateneo. Hay chicos que estudian carreras que no están directamente relacionadas con el campo, pero tienen afinidad, les interesa, y encuentran acá un lugar para participar. Creo que eso enriquece muchísimo, porque se arma un grupo muy variado que puede intercambiar ideas y experiencias desde distintas miradas. Se forman equipos muy valiosos gracias a eso.
—¿Qué proyectos o ideas tienen pensadas para este año de presidencia?
—El año pasado estuvimos muy enfocados en organizar el Congreso Nacional de Ateneos CRA en Salta, y también nuestra Expo anual. Eso demandó mucha energía y nos quitó un poco de tiempo para mirar hacia adentro. Así que este año queremos volver a enfocarnos en la formación interna. Vamos a impulsar capacitaciones más profundas en liderazgo, desarrollo personal, trabajo en equipo y, por supuesto, temas técnicos vinculados al agro.
También buscamos ampliar nuestra llegada a través de redes sociales, para acercar el campo a la ciudad. Muchas veces hay una brecha o prejuicios que nacen del desconocimiento. Queremos mostrar lo que realmente somos y hacemos.
Además, vamos a trabajar más en conjunto con otros Ateneos y aprovechar la red nacional para visibilizar problemáticas del norte que a veces no se conocen en otras provincias.
—Desde tu mirada, ¿qué es lo más positivo de unirse al Ateneo? ¿Qué se gana al participar?
—No hay una sola cosa. Ganás vínculos, aprendizajes, experiencias. Te encontrás con un grupo que te apoya, te expone a situaciones que te sacan de tu zona de confort y te obliga a crecer, tanto personal como profesionalmente. Te sentís parte de algo importante.
—¿Y qué es lo que más les cuesta a los jóvenes que quieren involucrarse?
—Creo que hay dos cosas. Por un lado, el miedo a involucrarse o a asumir responsabilidades. Y por otro, la brecha generacional. A veces cuesta que nuestras ideas sean tenidas en cuenta en ciertos espacios. Por suerte, en nuestro caso, contamos con el apoyo incondicional de la Sociedad Rural Salteña, que siempre nos da lugar, nos escucha y nos permite participar de decisiones importantes. Eso no pasa en todos lados y es clave para que podamos crecer como grupo.
—¿Tienen sueños colectivos como grupo? ¿Cómo se imaginan al Ateneo en unos años?
—Sí, claro. El sueño colectivo es que quienes pasen por el Ateneo se lleven herramientas que les sirvan para la vida. Que les quede algo, tanto a nivel personal como profesional. También soñamos con que el Ateneo sea un semillero de dirigentes comprometidos con el sector, con valores, con ganas de hacer bien las cosas. Como pasó con Alfred, que fue el primer presidente del Ateneo Salta y hoy preside la Sociedad Rural. O con otros compañeros que ya ocupan cargos importantes. Es un orgullo ver eso.
—¿Sentís que en Salta hay oportunidades laborales para los jóvenes del Ateneo?
—Sí, y cada vez más. El sector agropecuario ofrece muchas posibilidades, y el Ateneo funciona como una gran vidriera. Se generan muchos contactos. Conozco varios casos de chicos que hoy están trabajando en espacios importantes gracias a lo que sembraron acá. Y también aprendimos que no podemos esperar que las soluciones vengan de afuera: tenemos que salir a buscarlas y generarlas nosotros mismos.
—¿Por qué recomendarías participar en el Ateneo a otros jóvenes?
—Porque es animarse a salir de lo cómodo. Es un lugar donde aprendés todo el tiempo, donde te formás, te vinculás con personas que comparten tus valores. Y además te ayuda a crecer y a involucrarte en causas que valen la pena. Como decía Joaquín Elizalde: “Los espacios que no ocupamos los jóvenes, los ocupa alguien más”.
—¿Cuál es tu desafío personal como dirigente joven?
—Reforzar los valores del sector y de la Sociedad Rural, que es nuestra institución madre. Me gustaría lograr que más jóvenes se animen a involucrarse y a asumir responsabilidades. También quiero aportar a formar líderes, sí, pero sobre todo buenas personas: que sepan trabajar en equipo, que respeten al otro, que escuchen, que tengan paciencia. Me parece que eso es lo más importante que podemos dejar.
—Por último, ¿qué caracteriza y da identidad al Ateneo de Jóvenes de la Sociedad Rural Salteña?
—El grupo humano. Más allá de las actividades, lo que nos define es el equipo, la unión, el sentido de pertenencia. En los momentos difíciles, cuando hay que poner el cuerpo, el grupo responde. Eso te marca para siempre. El Ateneo te hace sentir parte de algo más grande, algo que vale la pena cuidar y hacer crecer.
