ENTREVISTA A LUIS ELÍAS
Campo Quijano. Mañana fresca, olor a silo recién picado en el Valle de Lerma. Aparecen los galpones del Tambo Quijano. Se ve poca gente, sin embargo se siente que el trabajo en el aire. Se escucha el zumbido constante de motores eléctricos, ventiladores y el sonido metálico de un brazo robótico. Las vacas entran solas a la máquina, comen, se ordeñan y se van. Estamos en el primer tambo robotizado de Salta.
Luis Elías es un visionario. Proviene de una familia tradicionalmente productora tabacalera y desde 2008 decidió apostar también a la lechería. En 2020 dio el salto a la intensificación total: estabulado, confort animal, sensores, ventilación automática, recría bajo techo y ordeñe sin operarios.
¿Cómo empezó tu historia en el campo?
Yo ya trabajaba en un campo familiar. Hacía tabaco desde 1985, en camino a San Agustín. Ese campo lo arrendaba. En 1996 compré esta finca, donde estoy hace 29 años.
¿Cuándo y por qué decidiste dedicarte a la lechería?
En 2008 empezamos con el tambo como una forma de diversificar la actividad y rotar el suelo. Antes hacíamos tabaco, algo de maíz y poroto. En ese momento tenía como vecino a Enrique Alvarado, que también tenía tambo. No trabajábamos juntos, pero sinergizábamos potreros para mejorar la rotación: él ponía maíz después del tabaco y yo pasturas; también incorporábamos cultivos típicos de tambo para salir del monocultivo y mejorar el suelo. Viendo que funcionaba, me entusiasmé y decidí dedicarme al tambo.
Caminamos por los galpones. Son cuatro naves enormes, diseñadas para 150 vacas. Dentro están los seis robots de ordeñe en funcionamiento, con proyección a seguir creciendo con este sistema.
Los sistemas intensificados requieren coordinación, capacitación y una mirada mucho más profesional. Se nota que no es un proyecto personal, sino familiar y profesionalizado. Mariana, su hija, gerencia toda la empresa desde el campo desde junio de 2024. Se encarga del personal, compras, inversiones y el vínculo con la cooperativa Cosalta. Gonzalo, su hijo, administra la alimentación, la entrada de materia prima, los silos, el mixer y la logística diaria. Al lado de ellos trabaja un equipo técnico estable.
¿Qué equipo de trabajo tenés?
El encargado general es Joaquín Goytia. El gerente del tambo es un veterinario que trabaja full time: Ángel Juárez, y otro para la parte reproductiva: Nicolás Marco. Tenemos un asesor general (Martín Gana), un nutricionista (Diego Vidal), un asesor financiero y otro veterinario para la parte reproductiva. Mi hija Mariana gerencia la empresa; trabaja conmigo hace ocho años. Antes estaba en la oficina de Salta, pero desde junio del 2024 la trasladamos al campo. También mi hijo Gonzalo, administrador de empresas, se encarga de la alimentación del rodeo y la logística.
¿Cuáles son las principales inversiones en marcha?
Estamos mejorando la etapa de recría: antes estaba al aire libre, ahora está estabulada. Inauguramos galpones nuevos y estamos avanzando con mejoras en la guachera, que es la etapa de cría de los terneros lactantes hasta los 60/70 días. Es un proceso completo: manejo sanitario, nutricional y de bienestar para que lleguen en óptimas condiciones a la recría.
¿Qué desafíos enfrentan los tambos con la economía actual?
El alimento representa el 65% de los costos. Cuando el dólar se mueve o se fijan precios máximos para la leche, como pasó en 2023, el negocio se vuelve inviable. Son momentos difíciles. Lo ideal es tener más libertad y estabilidad, con un dólar competitivo, menos impuestos y más consumo.

¿Cómo está hoy el consumo de lácteos en el norte?
Bajo. En el norte se consumen alrededor de 0,4 litros de leche equivalente por persona por día. En los países desarrollados, es un litro. Esa diferencia tiene que ver con el poder adquisitivo. Si mejora la economía, el consumo sube y la lechería crece.
¿Y las exportaciones?
Argentina exporta entre el 15% y el 20% de la producción láctea. El mundo demanda más leche y Europa está reduciendo su producción por temas ambientales. Tenemos una oportunidad enorme, pero necesitamos condiciones: tipo de cambio real, menos impuestos y financiamiento.
Al final del recorrido está la zona de ordeñe robotizado. Cada vaca lleva un chip que permite trazabilidad individual. El sistema no es solo el robot: también es lectura del animal y alimentación de precisión según producción. El brazo robótico, con cámaras 3D, limpia, seca y ordeña sin intervención.
¿Cómo ves el futuro de la lechería en Salta?
Soy optimista. Salta tiene condiciones muy buenas: clima templado, lluvias adecuadas y riego. El Valle de Lerma es ideal para la lechería. Hay productores con proyectos de inversión y expansión. Si hay estabilidad, crédito y consumo, la lechería tiene mucho futuro.
¿Qué papel cumple Cosalta en ese crecimiento?
Cosalta recibe la leche de casi todos los tambos de la zona. Tiene 26 socios y vengo presidiendo la empresa hasta este año. Procesa alrededor del 30% del mercado de Salta y crece un 10% anual. Estamos ampliando la planta de leche fluida en un 50% o 60% más. La calidad de los productos es excelente y competimos con cualquier marca nacional.
¿Cuáles son las claves para sostener un tambo en el tiempo?
Tecnología, manejo, equipo y paciencia. La robotización ayuda, pero lo más importante es el manejo diario y el bienestar animal. Una vaca tranquila, bien alimentada y bien cuidada produce más. Y eso se logra con trabajo y constancia.
¿Y los desafíos hacia adelante?
El principal problema hoy es el avance de los loteos y la falta de ordenamiento territorial. En Quijano ya hay campos rodeados de urbanizaciones. Es una amenaza para la producción. Por eso trabajamos en sistemas cerrados: efluentes reciclados, compostaje, control de olores y moscas. Todo el circuito del agua se recircula y se aprovecha como fertilizante.
No hay romanticismo en su forma de contarlo. Luis es directo:
“Hicimos números. El tabaco te da una vez al año y el tambo todos los días. No compiten: se complementan, rotan suelos, diversifican ingresos y estabilizan la empresa. Hay momentos en que la vaca come dólares y produce pesos, y la rentabilidad se desfasada, pero el objetivo es sinergia, escala y productividad para el largo plazo”.
¿Cómo ves tu camino?
Cumplo 40 años de trabajo en el campo. Con mis hijos miramos para adelante. El tambo se prepara para crecer a 600 vacas y mejorar la recría bajo techo. Después seguro habrá otro desafío.
